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Un yin-yang de cisnes

Updated: Apr 21, 2020


¿Odette u Odile? Éste es el eterno debate al que se enfrentan los balletómanos de pro cuando se dejan seducir por los encantos de “El lago de los cisnes” (1895), cuya cuarta y exitosa versión fue coreografiada al alimón por Marius Petipa y Lev Ivanov. Si el Príncipe Siegfried queda embaucado por los atributos de ambas, no es menos cierto que el público se muestra dividido y encandilado por ambos ánades. La gran peculiaridad de “El lago de los cisnes” es que tanto el Cisne Blanco (Odette) como el Cisne Negro (Odile), son representados por la misma bailarina. De hecho, el rol dual es toda una prueba de fuego para cualquier bailarina que desee consagrarse.

Como Odette (Cisne Blanco), la intérprete debe hacer gala de un extremo lirismo y sensibilidad. Es la encarnación de un espíritu condenado en un cuerpo de cisne y, a su vez, debe dar la apariencia de fragilidad y delicadeza. Así lo demuestra en el Acto II, en el pas de deux junto al Príncipe Siegfried. En el rol de Odile (Cisne Negro), la intérprete ha de poseer una gran destreza técnica que exhibe en el Acto III, con los famosos 32 fouettés de la coda del grand pas de deux. Además, su personaje debe ser enigmático, sugerente y con gran magnetismo, ése que hace que tanto el Príncipe Siegfried como la audiencia quede cautivado por ella. Por eso, la bailarina que interpreta a Odette/Odile ha de ser muy completa y versátil, para abordar con seguridad dos roles tan diferentes y con una exigencia técnica tan diversa. La brillantez de los pasos a dos de Odette (Cisne Blanco) y de Odile (Cisne Negro) hace que ambos fragmentos posean una presencia constante en cualquier gala de estrellas del ballet que se precie.

En la exitosa versión de 1895, la bailarina que interpretó a Odette/Odile fue la virtuosa italiana Pierina Legnani (1868-1930), considerada por los críticos, el público, y por sus propios compañeros, la más grande de su época. Ella había hecho su debut con el Ballet Imperial Ruso en “Cinderella” obra de Petipa, Ivanov, y Enrique Cecchetti, estrenada en diciembre de 1893, y gracias a la que barrió de un plumazo a todas sus predecesoras. En el pas d'action del ballet clásico, demostró su técnica fenomenal - al igual que su colocación y la perfección de sus port de bras-, pero donde más brilló Legnani fue con su variación de 32 fouettés en tournant, siendo la primera bailarina que realizó tal hazaña. En el estreno, el público, deslumbrado, pidió una repetición, que la bailarina concedió, realizando veintiocho fouettés en tournant, según las cuentas de la prensa de la época. Pierina Legnani bailó Odette/Odile, con Pavel Gerdt como príncipe Siegfried, y Alexei Bulgakov como el malvado Rothbart. Su arrebatador éxito en el rol dual de Odette/Odile le valió ser nombrada Prima Ballerina Assoluta, la primera de la historia del ballet.

Pierina Legnani marcó la pauta al abordar el rol dual y desde entonces, se ha convertido en un verdadero tour de force para cualquier bailarina que se precie. Podría interpretarse la ambivalencia de Odette/Odile como una manifestación de la filosofía taoísta que representa la dualidad de todo lo existente en el Universo con el yin y el yang (chino estándar 陰|陽 yīnyáng 'oscuro-brillante'). De esta manera, describe las dos fuerzas fundamentales, opuestas y complementarias a la vez que residen en todas las cosas. El yin simboliza el principio femenino, la tierra, la oscuridad y la pasividad; el yang es el principio masculino, el cielo, la luz y la actividad. Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que, a su vez, existe dentro de él mismo. Nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Por eso, dentro de toda Odette anida un minúsculo resquicio de maldad y dentro de su sosias, Odile, se halla un ápice de bondad. Porque en la vida y en el ballet, no todo es blanco o negro, pero que no nos falte nunca la magia de un cisne.

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