Érase una vez una bella princesa llamada Odette a la que el malvado hechicero Rothbart convierte en cisne. La bella y sufrida princesa únicamente podrá volver a su forma humana si consigue una promesa de amor verdadero. Pero hete aquí que el príncipe Siegfried se topa con Odette y toda su pléyade de cisnes en el lago, cayendo profundamente enamorado del Cisne Blanco…
Éste podría ser el comienzo de cuento del argumento de “El lago de los cisnes”, considerado uno de los grandes iconos del ballet para cualquier balletómano que se precie. Sin embargo, quizás sea menos conocido el hecho de para alcanzar el éxito, esta historia sufrió tres sonoros fracasos por el camino.
La primera versión de “El lago de los cisnes” (=”Лебединое Озеро”) se estrenó en el Teatro Bolshoi de Moscú, el 20 de febrero de 1877. El coreógrafo de esta versión fue Julius Reisinger y la primera bailarina encargada de representar al cisne fue Pelaguéya Karpakova, bailarina que no tenía categoría de principal, pero se cree que por motivos políticos consiguió ser promovida a un rango más elevado. Sigfrido fue personificado por Victor Gillert. Y fue un estrepitoso fracaso.
Claro que tampoco tuvieron mejor suerte las dos siguientes versiones del Bolshoi: la segunda versión, con coreografía de Joseph Hansen, se estrenó el 13 de julio de 1880, con Evdokia Kalmykova como protagonista y fue otro fracaso. Al igual que la tercera estrenada el 28 de octubre de 1882, con Lydia Geiten en el papel principal y repitiendo en la coreografía, Hansen, otro sonoro fracaso. Así que contradiciendo al refrán de “a la tercera va la vencida”, “El lago de los cisnes” no triunfó hasta su cuarta versión, que es la que hoy día conocemos, más o menos, con sus variantes.
Once años después del último intento, el príncipe Vsevolojsky, director del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, decidió reponer esta obra, encargando la nueva versión coreográfica a Marius Petipa (1882-1910), principal maître de ballet del Teatro Imperial. El creador marsellés encargó a su ayudante, Lev Ivanov (1834-1901) una versión preliminar del ballet, reducida únicamente al segundo acto, que se puso en escena el 17 de febrero de 1894, pocos meses después de la muerte de Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893), autor de la inmortal música de este ballet. Este preestreno tuvo lugar en una velada en memoria del compositor ruso.
Viendo la buena acogida del público, el maestro Petipa se puso inmediatamente a trabajar en un ballet completo, revisando el libreto de Vladimir Begichev y Vasilii Geltzer y la partitura de Tchaikovsky. Sobre la partitura original, Ricardo Drigo (1846-1930) orquestó fragmentos pianísticos de Tchaikovsky e incluso añadió algunas escenas como el grand pas de deux. Esta vez se estaban poniendo todos los elementos a favor para el triunfo ante el público y la crítica. El Teatro Marinsky de San Petersburgo acogió, finalmente, el estreno exitoso de “El lago de los cisnes”, el 15 de enero de 1895. Como señaló Thomas Edison (1847-1931) en referencia a su invento más célebre: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”. Así que cuando te pueda el desánimo en tu clase de ballet, recuerda que no importa cuántas veces te caigas sino cuántas veces te levantas. Never give up!